martes, 2 de diciembre de 2008

¿El metro que todos envidian?

¿Para qué sirve una campaña oficial de autobombo bajo el lema 'El metro que todos quisieran tener, vive en Madrid'? Sólo para despilfarrar el dinero de todos los ciudadanos. A no ser que la Comunidad de Madrid se haya propuesto inyectar liquidez en el mercado a su manera, no se entiende. Más le valdría a Esperanza Aguirre actuar en lugar de presumir.
Entre otras muchas cosas mejorables de este gran servicio público, se encuentra el de ofrecer una accesibilidad total en todas las estaciones del suburbano a personas con dificultades de movilidad, a quienes tienen la fea costumbre de deambular por las entrañas de Madrid con maletas, o a padres y madres que trajinan de aquí para allá con carritos de bebés. ¿Por qué no hay ascensores y rampas en todas las paradas? ¿Por qué los que nos movemos mucho en tan envidiado medio de transporte todos los días nos encontramos con alguna escalera mecánica averiada?
La parada de metro más cercana a mi casa es la de Tribunal (en pleno centro de la capital): no hay ascensor y todos los días algún tramo de escalera mecánica, al menos, está fuera de servicio. Un día puse una reclamación, harto de cargar con el carrito del bebé. "Esta zona es problemática, la gente atranca a propósito el mecanismo", me dijo la taquillera a modo de excusa. A su lado había reunión de guardias de seguridad. Tras ella, un montón de cámaras de vigilancia...
El caso es que hay más, mucho más. En el metro envidiado por todos, los niños a partir de 4 años deben pagar como adultos por un billete normal (en Renfe, por ejemplo, están exentos de pago hasta los 6 años) Sin ir más lejos, en ciudades como Barcelona acaban de aprobar un abono que costará 35€ anuales (por gastos de emisión) y que permitirá viajar a los niños de entre 4 y 12 años sin pagar nada más...Entre los males, los menos
Circula viralmente un mail incitando a poner una queja en la estación de metro correspondiente en protesta por la obligatoriedad del billete para los niños mayores de cuatro años. Conozco a muchos padres, y yo soy uno de ellos, cuya forma de protesta ante esta medida se había limitado hasta ahora a colar a sus hijos sin más. Ya va siendo hora de que intentemos cambiar las cosas de otra forma.

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