lunes, 29 de enero de 2007

16% menos

Basta con que una gran cadena de venta de electrodomésticos decida aplicar durante un día un descuento del 16% a todos sus productos para que la gente se vuelva absolutamente loca y se lance a comprar televisores LCD como si comprara barras de pan. Bajo el eslógan de 'Día sin IVA' y con la ayuda de una agresiva campaña publicitaria yo sé de unos que hoy se han hecho de oro. Me encantaría que la cadena informara mañana sobre la caja realizada durante la presente jornada y, a ser posible, desglosando las cifras por las distintas provincias en las que está presente.
Llevaba yo un año detrás de un disco duro externo y mucho más de ese tiempo siguiéndole la pista a una nueva televisión. Después de comparar miles de veces precios y de navegar por foros de consumo en Internet, la semana pasada decidí realizar mis deseadas compras..un día de éstos. Después de ver ayer la publicidad de la cadena, opté por acercame hoy a la tienda más cercana para adquirir unos productos que ya tenía elegidos y en los que me iba a ahorrar un buen dinero. Supongo que, como yo, muchos debieron de pensar lo mismo, pues a primera hora de la mañana ya no cabía un alma en la tienda de Alcorcón a la que fui y la gente peleaba con encono por el último ejemplar del producto que deseaba y que se agotaba con una pasmosa celeridad.
¿De dónde salía toda esa gente?, me preguntaba. ¿No deberían de estar trabajando a las 10 de la mañana y, si no trabajan, de dónde sacan la pasta para pagar todo lo que están acumulando como si lo regalaran? Una de dos, o nos quejamos de vicio o nos endeudamos hasta las cejas y entramos al trapo del primer descuento que nos ponen, en forma de capote, ante los ojos.
El señor que durante más de una hora compartió cola conmigo ante una caja alucinaba. Al pobre lo sorprendió la avalancha de consumidores cuando su mujer lo mandó a comprar un horno microondas que se le había estropeado calentando el café con leche del desayuno. ''¿Éstos venden siempre así?", me preguntaba con los ojos inyectados en euros. "No, es por lo del descuento", le respondí mientras una señora que esperaba junto a nosotros decidía a última hora que necesitaba un DVD nuevo y corría hacia su impulso con la esperanza de volver a tiempo para no tener que repetir una enorme fila.
Esto último, lo del impulso, es lo que más me ha sorprendido, preocupado y escandalizado de todo cuanto he visto esta mañana. Medio mareado, deambulando en busca de mis más que remirados productos, no paraba de escuchar las conversaciones de quienes habían acudido a la tienda como quien va a las rebajas, a ver si hay algo que les pudiera interesar, tan sólo por el hecho de que había un 16% de descuento. Finalmente, mucha de esa gente no salía del establecimiento con un nuevo cable coaxial de sonido, sino con frigoríficos, lavadoras, secadoras, vídeos, televisiones de última generación, dvd's. Todos ellos iban en busca de un impulso, en pos de cosas que no necesitaban pero que eran más baratas de lo que normalmente son. Luego, con felicidad, quemaban sus tarjetas de crédito, sin importarles el hecho de que hoy estábamos a final de mes, y encima no de un mes cualquiera, sino del de la tradicional cuesta.