miércoles, 4 de abril de 2007

Recuperar el Manzanares

No es que uno haya descuidado el saludable y autoimpuesto deber de escribir a diario un 'post', como mínimo, sino que me juré ser de los primeros en recorrer con mi viejo auto cada uno de los túneles que se han ido inaugurando en Madrid en estos días y compatibilizar estas dos tareas no me está resultando fácil.
Agotado finalizo cada día mi recorrido motorizado por la obra faraónica de Gallardón, ésa que permitirá que los madrileños recuperen el río Manzanares (que incluso lo transformen en la tan anhelada playa de la que adolece la capital, si ganara en mayo Sebastián, otrora 'El Desconocido').
He sido muy crítico con este gobierno local que ha convertido en un monumental queso gruyere a Madrid durante toda esta legislatura y, más aún, con la campaña de autobombo con la que las autoridades aireaban todo lo que andaban haciendo por el bien del ciudadano, pero sin el ciudadano, así que ahora que los resultados de tamaña cantidad de obras se van medio completando no puedo reprimir las ganas de ver con mis propios ojos los resultados de tanto sufrimiento, aunque esto suponga sacrificar por el momento mi faceta de blogger regular.
Los túneles de la M-30 son una oda a la megalomanía, a la iluminación artificial, a los ventiladores, a las salidas de emergencia, al despiste ciudadano, a las señales de 70 por hora máximo, a las inauguraciones precipitadas, a las inundaciones producto de las citadas precipitaciones, al Madrid mestizo que acoge a obreros de múltiples nacionalidades para que a destajo horaden sus entrañas. Los túneles de la M-30, además, permiten llegar al Ikea de Alcorcón en poco más de 10 minutos de reloj desde Plaza España.
Improbables lectores, perdónenme pero esta novedad no me la podía perder.