martes, 14 de agosto de 2007

La piscina de Pedro J, un clásico veraniego

En el semi desierto informativo en el que se convierte el verano y, sobre todo, el mes de agosto, desde hace unos años hay una cita ineludible: la protesta en Mallorca contra la piscina de Pedro J Ramírez, el director de El Mundo.
Es algo así como una pintoresca peregrinación al santuario del cómo las influencias y el dinero permiten que un señor tenga para su disfrute privado una charca situada en un espacio público.
Sí, hay de por medio una concesión en regla para su uso, pero también una suspensión temporal de su uso público por motivos de seguridad -y esto es una de las cosas que más molesta. Para preservar la seguridad de una persona se prohíbe que el resto no sólo se moje el culo en aquel lugar sino que ni tan sólo pueda pasar por él, obviando el derecho de paso. Esto es responsabilidad del ministerio de Medio Ambiente.
La manifestación de este año tendrá lugar el próximo 25 de agosto y los que a ella acudan corren el riesgo de ser tildados, en algún que otro medio, de minoría de radicales, independentistas o enemigos de la libertad de expresión. El acto se centrará en la realización de una denuncia de la política del Gobierno Central hacia la piscina de Pedro J. La ministra Cristina Narbona, sin duda, acaparará protagonismo.
Las Fuerzas de Seguridad tendrán que andarse con ojo con tal de evitar choques entre quienes exigen el fin de las prevendas y quienes han sido contratados para mantener la seguridad de la bañera de Pedro J.
El charco de la discordia se halla en plena Costa de los Pinos. No es, ni mucho menos, la única edificación controvertida de la zona, aunque la propia figura de su dueño la haya encumbrado como referencia de lo que no se debería permitir.
La mismísima Ana Obregón tuvo que recular en su día por querer cercar parte de una cala y también fue famoso el incidente protagonizado por el ex piloto de rallies Carlos Saiz y su padre en el que se enfrentaron a unos pescadores que cometieron el delito de pescar cerca de su propiedad.
En todo este asunto, lo que también destaca es la obstinación de Pedro J. Ramírez. A pesar de no poder ya bañarse tranquilo en su paradisíaca piscina y de tener que partirse la cara con todo el mundo, no quiere ceder el pulso (otros, con mucho más que perder, finalmente lo han hecho...)
La piscina en cuestión se construyó 18 años antes de la entrada en vigor, en 1988, de la Ley de Costas, que se aplicó sin efecto retroactivo. Esto significa que no se obliga a derribar cualquier tipo de edificación anterior a esa fecha que esté construida en lo que hoy se considera espacio público. Sin embargo, entre el derribo y el uso privado y exclusivo hay un largo camino de posibilidades.
Y en estas estamos, deseando ver cómo abordará informativamente el tema el diario El Mundo y, sobre todo, qué dirá al respecto Periodista Digital.
Se acerca todo un clásico, ¿estará este año en él hasta Eduardo Zaplana? En 2005, un diputado de ERC, Joan Puig, se hizo famoso por darse un chapuzón en la alberca del director de El Mundo como protesta. El portavoz del grupo popular, recientemente, en el pasillo del Congreso, se encontró al diputado republicano y, ni corto ni perezoso, le espetó de improviso con amplia sonrisa y palmadita en la espalda: "¿Nos vemos este verano en la piscina?". Puig le respondió: “Cuando quieras, nos vemos en la piscina”. “Llámame cuando vayas”, le dijo un Zaplana que en su día puso el grito en el cielo por la acción del miembro de ERC.