miércoles, 7 de febrero de 2007

Pedro J, Exuperancia y la autocensura

De entrada, me gustaría dejar claras dos cuestiones: uno, el uso del polígrafo en televisión me parece una patochada más de los programas del corazón; dos, cada uno es dueño y señor de su intimidad y ninguna otra persona tiene derecho a hacerla pública.
Hoy, Periodista Digital (el periódico de Alfonso Rojo, enemigo de El Mundo) se hace eco de la siguiente noticia: 'Antena 3 veta un 'polígrafo' con Exuperancia Rapú'. Rapú es la mujer guineana que apareció en un vídeo erótico junto al director del diario 'El Mundo', Pedro J. Ramírez; un vídeo que se grabó de manera ilegal sin consentimiento ni conocimiento del periodista y cuyos responsables fueron condenados a entre dos y cuatro años de prisión por intromisión en la vida privada.
Así pues, el programa 'En Antena', conducido por Jaime Cantizano, se quedará sin una más que segura gallina de los huevos de oro por el hecho de que de los trapos sucios del director de 'El Mundo' no se habla en ninguna parte (del tema de la piscina se pudo hablar algo más). En su día, se rumoreó que el asunto del vídeo del escándalo sexual del periodista le costó, en Antena 3, el puesto y el programa ('La sonrisa del pelícano') a Pepe Navarro y, años después, Telecinco prohibió la presencia de Exuperancia en sus pantallas, concretamente en el 'Crónicas Marcianas' de Xavier Sardá.
Por los polígrafos televisivos de Antena 3 y de Telecinco están pasando personas y personajes de toda índole. De José Amedo, Juan Holgado (Padre Coraje), Poli Díaz, Paco Marsó, Jesús Manzano, Pipi Estrada, El Dioni, Joselito y Daniel Ducruet, a Dinio, Kiko Matamoros, Jimmy Giménez Arnau, Nuria Bermúdez y la madre de Tamara-Yurena. Incluso, el pasado Día de los Inocentes en Internet se bromeó con la noticia de que una supuesta amante de Zapatero se sometería al detector si Moncloa, finalmente, no lo impedía. ¿Por qué no dejar que Exuperancia hable del 'caso de vídeo de Pedro J.?
Lo importante en el show del polígrafo son las preguntas efectuadas, por lo que la conversación con Exuperancia Rapú podía estar dirigida perfectamente hacia los campos que interesaran al programa y a la cadena, con el objetivo de no incurrir en problemas legales. Claro está que esto sería casi imposible si a la invitada se le preguntara sobre los gustos sexuales de Pedro J, pero nada habría que reprochar si las cuestiones giraran más en torno a la trama que se montó con el objetivo de minar la credibilidad del periodista en una época en la que éste se hallaba inmerso en una cruenta guerra abierta con el gobierno socialista de aquel entonces.
Pedro J. Ramírez es hoy por hoy una figura equiparable a la del Rey a la hora de silenciar todo cuanto de sospechoso o cuestionable acontece a su alrededor, un territorio minado, un tabú informativo. ¡Lástima de autocensura!