sábado, 6 de junio de 2009

Fagocitado por Somos Malasaña

No es que La Mufla haya cerrado por defunción, sino que ha sido fagocitada, de manera sumisa, por Somos Malasaña.
Este blog se ha ido de vacaciones al estómago de un proyecto ilusionante: construir de la nada un periódico digital 'hiperlocal' (de barrio) que, a su vez, forma parte de un empeño mucho mayor, crear una red de pequeñas cabeceras hermanas que cubran informativamente el centro de Madrid partiendo de la premisa de que es noticia lo que para los grandes medios no lo es.
La Mufla regresará de manera muy puntual a modo de reflujo, de regulcitación incontenible, cada vez que se me queden pequeñas las fronteras físicas del barrio de Malasaña

Los partidos recogerán lo que han sembrado de manera tan indigna

Ojalá me equivoque pero la abstención de mañana en la cita con las elecciones europeas se me antoja que va a ser mayúscula. No me alegraré si los españoles le damos la espalda a las urnas pero sería un justo castigo en pago a la infame campaña que hemos tenido que sufrir.
El desconocimiento de para qué sirve Europa y sus instituciones es un mal endémico que a los candidatos a representarnos en el Parlamento europeo les ha dado exactamente igual, a juzgar por las intervenciones, mensajes-ataques y publicidad que han practicado.
Los grandes siempre han peleado sobre los males internos del país, como si lo que estuviera en disputa fueran unas elecciones generales españolas, mientras que los pequeños se han preocupado más de llorar por la poca atención mediática que reciben que por reclamar esa atención con propuestas.
Y sobrevolando toda la campaña, los infames espacios publicitarios gratuitos en televisión y los anuncios pagados en éste o en aquél medio. No entiendo cómo si a la publicidad convencional se le aplica un código ético por el cual no se admite el engaño, la atribución a un producto de propiedades que no han sido probadas empíricamente, ni los ataques a otras marcas y productos, los anuncios políticos no pasan por un filtro similar.
La publicidad política miente y ataca. La publicidad política es un producto digno de un programa basura del corazón. La publicidad política ensucia más que ensalza al candidato de turno que se presta a participar en ese juego de intento de compra de voto con unas mañas tan indignas como indignantes.
Ojalá me equivoque en lo de la alta abstención, repito. En lo que no creo que vaya a errar es al afirmar que la gran mayoría de los que nos acerquemos a las urnas sólo votaremos unas siglas porque nadie nos ha explicado qué otra cosa votar. Un servidor lo hará así, aunque con vergüenza