miércoles, 14 de febrero de 2007

Circo, elecciones y 11-M

De nuevo estamos inmersos en el circo político de las pre campañas, a escasos tres meses de la cita con las urnas en las elecciones municipales y autonómicas. Es, pues, tiempo propicio para ver a los líderes de los principales partidos ofreciéndonos su mercancía aquí y allá, cual buhoneros del siglo XXI; mostrándose más cercanos que nunca, tras desempolvar la piel de cordero para su largo desfile de carnaval.
La cita electoral llega, además, en un momento de máxima crispación política y anunciándose como un importante y fiable termómetro de cara a los futuros comicios generales, lo cual significa que hay que echar el resto aún más, si cabe: inaugurando al sprint hasta lo inacabado (da igual que al día siguiente se caiga o se inunde), besando todavía a más niños en los mercados y complaciendo las más disparatadas proposiciones de entrevistadores y reporteros de CQC con vehemencia, con una sonrisa colgada en sus rostros de encantadores de serpientes, de tahúres, de embaucadores legales.
A estas elecciones los políticos se acercan con varios frentes abiertos (los casos de corrupción urbanística, la vuelta a las andadas de ETA,
el caso de De Juana Chaos, la posible complicidad con los vuelos secretos de la CIA, la participación de policías españoles en interrogatorios de presos en Guantánamo, el nombramiento del nuevo ministro de Justicia, el culebrón del Estatut catalán con recusación de un juez incluida...) y con la madre de todas las batallas a punto de comenzar: el juicio por los atentados del 11-M.
Además de las sentencias que se dictaminen contra los 29 procesados por 191 asesinatos y 1.824 heridos producidos en la masacre de Madrid, durante el juicio a buen seguro que se tratarán de ajustar numerosas cuentas políticas pendientes y volverán a manifestarse con fuerza las conspiraciones y paranoias que planean como fantasmagóricas sombras sobre las instituciones y el sistema democrático de un país que, según Rajoy, es serio, 'coño'.
Preparémonos bien para esta función circense que concluirá poco después de que hayamos acudido a votar por el que nos parezca menos malo. Sobrevivamos, cada cual como pueda, a las 'perfomances' de los postulantes y a sus arengas, que nos llegarán a través de los medios de comunicación a modo de píldoras publicitarias. Nos están bombardeando con un lenguaje político cuya misión es encabronar, más que ilusionar, en estos tiempos de vacas flacas para los programas electorales, antiguas estrellas de las campañas preñadas de promesas.