martes, 27 de febrero de 2007

Políticos que no se manchan

Decía José María García en la famosa entrevista que le hizo Quintero y que TVE no emitió que la mejor cosa que tiene su buen amigo Mariano Rajoy es que pasa por los sitios sin mancharse.
De siempre los principales espadas políticos han tenido a quienes les hagan el trabajo sucio, esos que salen al quite con gruesas palabras y gesto adusto ante cualquier ataque verbal de quienes en el bando contrario tienen una misión similar a la suya. Utilizando un símil futbolístico, son los que se fajan en el medio del campo para que los jugadores finos estén descansados y deslumbren con la magia que se les presupone cada vez que reciben un balón; no importa que les saquen a ellos tarjetas amarillas por cometer repetidas faltas técnicas, o la roja directa cuando es menester meter la pierna sin miramientos para cortar un incipiente fuego; no importa si luego el líder remata todo ese trabajo de equipo dándoles la victoria con una jugada imposible.
El presidente Zapatero posee también el mismo don que Rajoy. Bien protegido por sus lugartenientes habla lo justo mientras levita sobre cuanto tema peliagudo amenaza con destruir una imagen de político con 'talante' que, de momento, le ha bastado para lograr el éxito.
Ahora bien, entre Rajoy y Zapatero existe una diferencia fundamental: la distinta longitud de sus trayectorias políticas. Mientras que es difícil encontrar cuerda alguna que vincule al actual líder socialista con etapas anteriores de Gobierno del PSOE que no acabaron muy bien, la figura de Rajoy se halla inevitablemente asociada a los recientes años en el poder del PP, años de tan abrupto final.
Mientras que Zapatero surgió virgen de la necesaria renovación de su grupo, Rajoy se situó como número uno del suyo emergiendo como superviviente y estrenándose con una derrota.
Hizo bien
el pasado sábado Mariano Rajoy en no acudir a la enésima manifestación convocada por la AVT de Alcaraz, sin embargo en ella estaban presentes todos esos hilos que lo relacionan con el ayer de un partido que no ha roto con lo que lo llevó -y con quien lo llevó- a perder en las urnas la confianza depositada en su proyecto por los españoles.
Pese a su reconocida habilidad, no le va a resultar fácil pasar sin mancharse por estos tiempos en los que le ha tocado liderar un partido 'tocado'.
Por otra parte, junto a la ausencia del líder del PP en la manifestación de la AVT fue significativa la del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, otro de esos expertos en salir de rositas de 'embolaos' faraónicos. Ayer, Jiménez Losantos cargaba en su columna diaria en El Mundo contra Gallardón por ese motivo, acusándolo de traidor y de tener ansias de poder. Sobre Rajoy Losantos no dijo nada.
Las aspiraciones del actual alcalde de Madrid de liderar el PP nunca han sido secretas, al igual que son sobradamente conocidos sus desacuerdos con el núcleo duro de los populares. Él sí que no es sospechoso de tener deudas ni con Aznar ni con sus antiguos acólitos, pese a tener metida en su propia casa a doña Ana Botella, y con quienes se le ve a gusto es con las jóvenes promesas del partido. Hábil equilibrista, si logra salir airoso de las municipales -pese al silencioso ascenso que se le está otorgando a Miguel Sebastián-, podría ver cómo por fin llega su hora.
Cita del post: ‘Hijo, dicen que no hay reyes en este país, ¿pero quieres que te diga cómo se puede ser rey de los Estados Unidos de Norteamérica? Basta con dejarse caer por el agujero de una letrina y salir oliendo a rosas’. Kurt Vonnegut, 'Las Sirenas de Titán'