jueves, 13 de marzo de 2008

Si no cabemos todos, mejor que se ahoguen unos cuantos

Sería totalmente falso y demagógico decir que quienes hace bien poco gritaban en mítines electorales aquello de que aquí "no cabemos todos" tienen que estar contentos al saber que entre 921 (cifra oficial) y 3.500 (cifra estimada) inmigrantes no pudieron alcanzar las costas españolas vivos en 2007. Tal afirmación sería seguramente injusta, también y, sin embargo, ha sido la primera sentencia que me vino a la cabeza al leer el informe de la Asociación pro Derechos Humanos Andalucía sobre este asunto.
Inmigración controlada y regularizada, clamaban otros, empujándola hacia la clandestinidad.
En 2006 murieron casi el doble de personas tratando de llegar en embarcaciones a la Tierra Prometida y en los dos primeros meses de 2008 ya han perdido la vida 89 personas.
En cierto modo, da igual 8 que 80. Da igual que estas escandalosas cifras sólo hablen de quienes perecieron en la última etapa de un viaje imposible y no contabilicen también a los que lo hicieron en las largas etapas terrestres de búsqueda de las costas propicias para dar el gran salto a esa Jauja que no existe más que en sus sueños.
Bastaría una sola baja para que nuestro mundo y, por lo tanto, cada uno de nosotros, estuviéramos señalados por el dedo acusador de una Justicia tímida, que se hace notar muy poco en esta vida.