miércoles, 14 de noviembre de 2007

'Sube-ramitos', niños en los cementerios

Para algunos niños los cementerios no son lugares que den miedo, sino que son su lugar de trabajo. La realidad de su día a día es lo que debe asustarles, obligados como están a conseguir algo de dinero.
Los 'sube-ramitos' son muy populares en los camposantos de numerosas ciudades latinoamericanas. Que hay que dejar flores en el nicho del familiar correspondiente, situado en una inalcanzable quinta planta, allá que va un niño con una escalera y cumple con el cometido.
Ico, Perú...

Ir de aquí para allá escalera en ristre no es lo único que pueden hacer los niños en las ciudades de los muertos. También ponen agua, limpian y abrillantan lápidas, lustran zapatos, cuidan y lavan coches, rezan por las almas de los difuntos y ayudan a vender flores, refrescos y cualquier otro tipo de cosas.
El no va más de los empleos que pueden desempeñar en estos lugares es el de guía turístico. Para este cometido han de prepararse a conciencia puesto que se trata de acompañar a quienes deseen buscar las tumbas de los ilustres del lugar y una vez ante ellas contar las andanzas de sus moradores, las cuales se conocen al dedillo.

Omar Hurtado es un niño que se gana la vida en el cementerio de Sucre, Bolivia: "Tengo 13 años. Trabajo como guía desde hace cuatro años. En mi familia somos ocho. Cada día gano entre 5 y 10 bolivianos. Con el dinero que gano me doy mis gustos. Compro comida y también ayudo a mis padres. Estudio en el colegio Cardenal Maurer (en el turno de la mañana), estoy en octavo curso. Los niños guías del cementerio debemos ser 30, todos somos varones, fuera de ello existen los niños-escaleras, que deben ser 70. Los días que más trabajo tenemos son los sábados y domingos. Los que nos contratan son especialmente los turistas nacionales y extranjeros". Así hablaba para un periódico local.
También en Bolivia, en la ciudad de Cochabamba, unos 250 menores se ganan la vida entre los muertos. Hartos de malos tratos y de estar mal pagados, ni cortos ni perezosos exigieron respeto para la labor que desempeñan y un justo precio para lo que hacen. Gracias a sus reivindicaciones han conseguido que el ayuntamiento cochabambino les proporcione una acreditación por la que se les reconoce como trabajadores y que esperan les ayude para conseguir lo que querían.
Con dibujos realizados por algunos de estos niños, unos holandeses han realizado el siguiente vídeo...