jueves, 31 de enero de 2008

Los medios, esclavos de lo banal

Una entrevista a toda una Nobel de la Paz como Shirin Ebadi tiene mucho menos tirón que la historia de un niñato 'abofeteable' que monta en su casa una fiesta de órdago aprovechando la ausencia de sus padres.
Está más que comprobado que las informaciones chorras nos llaman más la atención (¿qué enlace de los dos anteriores hemos pinchado primero?).
Las empresas de comunicación venden su alma al diablo con tal de conseguir audiencia. ¡Lo de los informativos de televisión ya no tiene nombre, todos ellos sembrados de cadáveres y de estupideces!
El conflicto keniano, por poner un ejemplo, no tendría cabida en parte alguna a no ser por esas imágenes bárbaras de linchamientos de pobres indefensos, con machetes, piedras o piras, que de vez en cuando nos ofrece. ¡La imagen es una tirana!
No es que vaya de espléndido, a mí también me gusta comer en McDonald de vez en cuando. Eso sí, da un pelín de rabia constatar que vivimos dentro de la dictadura de lo banal.
¡Somos 'tomateros'!, mal que me pese.
Internet no está lleno ni de 'ciberdemócratas' ni de 'ciudadanos 2.0', tal y como auguran mis queridos y odiados gurús del medio (¿para qué un debate electoral en la Red?); de lo que está plagado es de onanistas (de cuerpo y alma).
Las historias que dan 'clicks' son las de este tipo:
-Electrocuta a su esposa mientras le hacía el amor >>
-En un restaurante indio se come entre los muertos >>
-Roban el corazón incorrupto de un fraile argentino en proceso de beatificación >>