jueves, 15 de febrero de 2007

Expertos en DNT

De sobra es sabido que dentro de cada español se encuentra un seleccionador nacional de fútbol. La novedad de estos días es que también va a haber, al menos en uno de cada dos de nosotros, un experto en fabricación de explosivos (preocupante el dato).
Llegó el momento en el que el juicio por el 11-M ha dado comienzo y aquél que intente estar al tanto del desarrollo del mismo y de las investigaciones -he de reconocer que yo lo pretendo, soy así de raro- va a tener que trabajar duro para tratar de sacar algo en claro de cuanto se nos está diciendo y de cuanto se está publicando.
Lo primero con lo que nos hemos encontrado es con versiones contradictorias en los diarios de mayor tirada nacional sobre la composición de los explosivos utilizados en la masacre de Madrid, así como con las distintas interpretaciones que cada cual realiza de sus propias informaciones.
En los editoriales de la prensa escrita, en diversos blogs en Internet, en foros de discusión, términos como Dinitrotolueno (DNT), Goma 2 ECO, Goma 2 EC, Titadine, ácido bórico, etc, etc, son utilizados por cualquiera como si todo el mundo estuviera familiarizado con ellos y supiera sobre lo que están hablando. ¿Por qué todo el mundo se cree obligado a posicionarse y se presta a ladrar cuando la situación lo que exige es cautela? ¡Menuda temeridad!
No basta con buscar en la Red las siglas 'DNT' y leer lo poco o lo mucho que sobre el término puede encontrarse un persistente navegante para creerse experto en fabricación de bombas y voz autorizada en la materia. No basta consultar con algún especialista de verdad en tan explosiva cuestión y con el batiburrillo de datos obtenido ofrecer a los lectores una explicación de los hechos que trate de corroborar la versión ofrecida con anterioridad por el medio y defendida editorialmente hasta la muerte. No hay que frivolizar ni difundir rumores sobre algo tan serio.
Hay que permanecer en alerta y, en esa actitud, esperar; sólo cabe esperar y, después, confiar en la Justicia y no caer en una especie de 'hipocondría judicial'.

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