martes, 13 de marzo de 2007

Dénme un Dios comestible

El jesuita de origen español Jon Sobrino acaba de entrar en la muy honorable y reducida lista de teólogos y religiosos a quienes la Iglesia ha prohibido enseñar en instituciones católicas. Además, ha visto cómo ha sido retirado el nihil obstat a sus obras.
Su pecado, según el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz, "es que las conclusiones de los estudios teológicos sobre Cristo que Sobrino ha publicado no son concordes con la doctrina de la Iglesia". Al parecer, el teólogo antepone el Jesús histórico a su carácter como divinidad.
Jon Sobrino es uno de los padres de la llamada Teología de la Liberación, movimiento que la Santa Sede considera demasiado próximo al marxismo y cuyos simpatizantes son sometidos a un férreo marcaje por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, nombre actual de la Inquisición, del Santo Oficio.
Los estudios de Sobrino sobre Cristología son considerados como los más brillantes producidos por quienes se identifican con una Teología de la Liberación que incide especialmente en la praxis de la doctrina católica y en la lucha sin cuartel contra la pobreza, gran pecado del mundo.
Antes de tratar de salvar almas, habrá que procurar salvar los cuerpos en los que éstas habitan. En sus pésimas condiciones de vida, al ejército de desheredados famélicos que pueblan la Tierra sólo puede serles útil Dios si es comestible.

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