jueves, 25 de octubre de 2007

Derecho a ser cobardes

-Dos situaciones violentas, dos reacciones distintas:
La salvaje y mediática agresión sufrida por una menor en un tren de Barcelona ha colocado en la picota al energúmeno racista y chulesco que la agredió pero, al mismo tiempo, también ha expuesto al juicio de la opinión pública al muchacho que presenció el ataque y que no hizo nada por evitarlo.
Alguien que no permaneció impasible ante la injusticia fue el joven de 24 años que encontró la muerte en Valencia al tratar de ayudar a una joven que estaba siendo agredida por su novio. El chico se golpeó la cabeza contra el suelo después de recibir un puñetazo del doble agresor y falleció depués de estar seis días hospitalizado.
-Dos resultados, dos víctimas:
Un cobarde condenado socialmente y un héroe muerto. El chico del suceso de Barcelona ha interpuesto una demanda contra quienes han hecho público el vídeo en el que aparecía inmóvil ante unos hechos tan deplorables; afirma que la gente le insulta por la calle al reconocerlo. El otro chico, el estudiante de derecho de Valencia, el adalid de la fémina en peligro, ya ha sido enterrado en su pueblo, Benicull del Xúquer.
-Un derecho y alguna que otra puta verdad:
Comportarnos como cobardes. Está claro que el chico del tren no actuó como un valiente y que no es digno de elogio el mirar hacia otro lado cuando se produce en nuestras narices una injusticia. Sin embargo, su comportamiento es más que comprensible: el miedo es humano, uno tiene todo el derecho del mundo a ser un cobarde, aunque desee con todas sus fuerzas no serlo. Los huevos no abundan en nuestra sociedad y cuando sobran arrestos la realidad no sabe de justicia. Hay mucho erudito suelto, demasiado erudito suelto...

PD: Como donde hay patrón no manda marinero, en el trabajo he tenido que pasarme la mañana escribiendo sobre algunos asuntos manidos y recurrentes en lugar de hacerlo, al menos durante un ratito, sobre el derecho que todo ciudadano tiene a ser cobarde, que es el tema que me apetecía abordar. Es en días como éste cuando mantener un blog propio cobra más sentido que nunca: el barco de La Mufla no tiene más capitán que el que teclea estas letras.

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