jueves, 25 de octubre de 2007

Españoles presos en el extranjero

Hay 1.729 españoles que permanecen encarcelados en el extranjero. Desde el pasado mes de marzo, este número ha crecido en 170 personas y ha disparado una cifra que se había mantenido estable, entre los 1.500 y los 1.600 presos, durante los últimos cinco años.
El 76% de estos presos fueron detenidos por asuntos relacionados con las drogas: Ramón López Patiño fue arrestado en Grecia con un vehículo cargado con 26 kilos de heroína y sentenciado a cadena perpetua; una joven a la que se le encontró en Túnez marihuana para hacerse un solo porro pasó 9 meses en prisión.
El país extranjero que más españoles tiene entre rejas es Francia (186), muchos de ellos son camioneros que -consciente o inconscientemente- transportaban algún tipo de cargamento ilegal.
Los españoles cuya situación es más grave son Pablo Ibar y Nabil Manakli, condenados a muerte en EE. UU. y Yemen, respectivamente. Ibar hace 13 años que está en una cárcel de Florida por un triple asesinato, mientras que Manacli fue hallado culpable de terrorismo. Paco Larrañaga, al igual que López Patiño, cumple una pena de cadena perpetua, pero éste en Filipinas, condenado por un doble asesinato y tras serle conmutada una condena a muerte.
El español que ha pasado más tiempo en una cárcel extranjera ha sido José Juan González Beltrán, quien estuvo 16 años en Egipto por tráfico de drogas. Detenido en 1988 y condenado a cadena perpetua no fue trasladado a España hasta 2004.
Las peores cárceles son las sudamericanas, lo dicen desde la Fundación Ramón Rubial, institución que presta todo tipo de ayuda a españoles en el extranjero. "Las mafias controlan las penitenciarías, la droga y las armas de fuego son habituales y hay zonas en las que ni los funcionarios, muchos de ellos corruptos, se atraven a entrar".
"En muchas de las cárceles extranjeras los presos no tienen las necesidades básicas de comida o cama cubiertas y todo se ha de comprar". En estos lugares los detenidos españoles reciben una ayuda mensual de los Consulados, de entre 100 y 120 euros, para cubrir las mencionadas carencias. Esta cantidad cumple también otra función oficiosa: "Es un auténtico seguro de vida. A los españoles no se les mata porque se les puede sacar dinero".

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